jueves, 31 de diciembre de 2009

Carriles

El mundo del taxi, casi nada. Se podrían escribir y escribir historias de taxis (prometo hacerlo algún día), porque como siempre se ha dicho, los taxistas son los reyes de la ciudad. Paran donde quieren, van por donde quieren, y además la mayoría escucha la COPE. Casi nada. Pero hay otros reyes en la ciudad. Los reyes de las aceras. Sí, sí. Algunos caminan con las manos agarradas por la espalda a paso lento, observando hasta el más mínimo detalle que haga que lo que ven no sea igual a lo del día anterior. El agua que baja por el Ebro, el viento que sopla o no sopla, el contenedor de papel lleno... Otros son buenos formando grupos en las aceras. Sin darte cuenta han taponado la calle. Esto suelen hacerlo más las reinas que los reyes. Cuando forman estos tapones, además les da por gritar para contarse como están, todo lo que les duele y lo ricos que son sus nietos. Los reyes también forman grupos de opinión pero casi siempre al lado de alguna obra faraónica de esas que hay en las ciudades. Y por último están los reyes y reinas de las aceras que salen cada día a caminar a toda velocidad. Están muy bien entrenados, yo no podría seguirles el paso más de 10 minutos. En cualquier caso, ya sean de los primeros, de los que forman tapones o los que caminan a toda velocidad, todos tienen algo que los une (además de la edad), les encanta el color verde del carril bici. Algunos aun deben pensar que el carril bici es una acera para ellos, se sienten atraídos por ese color en el suelo y no hay quien los saque de ahí. Alguno incluso te dice sin apartarse cuando pasas, iieeeeeeeeeeuuuu que vas como un loco. Y no digo que no vaya como un loco, pero un loco en bicicleta por el carril bici pintando de verde. Así que deseando llegar a ser uno de esos reyes de las aceras, quiero pedirle al 2010 que el ayuntamiento construya carriles abuelos. Tendrá que ser de otro color, porque el verde, le pese a quien le pese, ya es para los locos de las bicicletas.
http://www.notodofilmfest.com/ediciones/09/?lg=es&corto=20332

domingo, 27 de diciembre de 2009

Colegas

Hay una cifra en mi perfil que dice 1000. Es el número de veces que alguien ha entrado a Mi refugio. De esas 1000 veces, unas 800 han sido cuando yo he entrado. Así que para celebrarlo le he buscado a este blog un colega. Se llama Parar el tiempo. Es mudo y manco... pero en cambio tiene unos ojos preciosos.
Os lo presento: http://atrapareltiempo.blogspot.com/

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Prisas

Estos días todo el mundo tiene prisa. Unos por tener todo lo necesario para la cena de Nochebuena, otros por los regalos y las sorpresas. De éstos hay más de uno que debe sufrir cada navidad porque no llega, tiene prisa. Mi hija tiene prisa por que lleguen los Reyes y también Papa Noel. El pobre Papa Noel no es mucho de nuestro gusto porque crecimos en una época en la que no existía en nuestras creencias fantásticas. Pero a los niños les gusta. A mi hija le gustan los Papa Noeles que la gente cuelga de los balcones y tiene prisa porque llegue y le deje un regalo. Otros tienen prisa para que pase cuanto antes la Navidad. Que se acabe cuanto antes. Prisa por escapar de lo incómodo, prisa por volver a algo más real. En estos días todo el mundo tiene prisa para que llegue pronto algo que todavía no ha ocurrido. Yo también tengo prisa. Pero la misma de siempre, la misma prisa de agosto o mayo. La prisa que siempre está conmigo, la que huye de lo que queda atrás. Como un fugitivo que se pasa la vida escapando, alerta. Así es mi prisa. Estos días me he propuesto cambiar mi prisa por alguna más navideña que, aunque es mas cara, es una prisa que no cansa tanto. Me merezco un descanso.

dice Calamaro que
... el amor es igual que un imperdible
perdido en la solapa del azar...
(pues eso... está todo dicho)
http://www.youtube.com/watch?v=7fW0DtB_yRE&feature=related

martes, 22 de diciembre de 2009

Belenes

Hasta hace tres años conservaba el Belén con el que crecí y jugué todas las navidades, con su portal, sus animalicos, su río y su puente, su molino y sus personajes variados. Pero desaparecieron. Al principio pensé que habría perdido la vieja bolsa del Corte Inglés donde lo guardaba en algún traslado, pero no. El otro día encontré una nota en el armario dónde me lo explicaban todo. La dejaron el día en que se fueron todos y yo todavía no la había visto. Estaban cansados de lo mismo y se fueron cada uno por su lado. José, según decía la nota, quería prepararse unas oposiciones y viajar a conocer el mar. María se hartó de ser virgen, y mucho más cuando ella no lo había elegido, así que lo primero que quería hacer nada más salir a su nueva vida era ir a planificación familiar para que le explicaran unas cuantas cosas. Jesús, con cierto síndrome de Peter Pan, estaba deseando crecer y ser futbolista, como Cristiano (Ronaldo claro). La guapa molinera estaba interesada en ser promotora de Tuper-Sex y tenía algún plan para irse a vivir con uno de los pastores que había encontrado trabajo como camarero en un bar del Tubo. Melchor y Gaspar ya tenían los billetes de autobús para irse una temporada larga a Benidorm como cualquier jubilado. En mis juegos infantiles con el Belén jamás introduje elementos extraños como dinosaurios o los muñequitos de indios y vaqueros que tenía, así que el rebaño de ovejas y las dos cabras no tenían muchos motivos para irse, pero también se fueron. Y no quedó nadie... ni nada. Se llevaron el portal, las palmeras y hasta el musgo de mentira. Tal vez un día, cuando José ya haya visto el mar, María tenga un novio y Jesús juegue en el Madrid o en el Barca, vengan unas navidades de visita y nos tomemos unos trozos de turrón de chocolate y cantemos unos villancicos para celebrarlo.
http://www.youtube.com/watch?v=FTTIc_XHNrA

domingo, 20 de diciembre de 2009

Caja fuerte

En mi rellano somos dos vecinos, el de al lado y yo. Él también vive solo, es un poco más mayor y con mucho menos pelo que yo. Apenas nos vemos ni nos oímos, no tenemos una relación de vecinos, ni nos pedimos favores ni nos metemos en la vida del otro. Aun así me parece simpático. Normalmente siempre nos molesta algo de los vecinos, el ruido que hacen por la noche, si fuman en el ascensor, si gritan mucho o si tienden la ropa sin centrifugar y te mojan la colada casi seca del tendedero. Mi vecino (no se como se llama) tiene una particularidad, no hay nada que me moleste de él, pero vive en una caja fuerte. En la puerta, al lado del timbre, tiene un aparato con los números del 0 al 9, y para meter la llave en la cerradura y abrir su puerta, antes tiene que introducir un código como para abrir una caja fuerte. Nunca he visto el interior de su casa, pero me la imagino diferente. Imagino su cama como un gran fajo de billetes de 500 euros, la mesa del comedor con la forma de un enorme diamante tallado y el sofá hecho con importantes y secretos papeles. En lugar de cuadros tiene colgados de las paredes sellos muy antiguos y valiosos, y en lugar de platos, monedas romanas donde puedes ver la cara de algún emperador si te terminas toda la sopa de letras, letras del tesoro claro. Mi vecino es como un muñeco de Playmobil en una caja fuerte y que cuando sale al rellano para para meter su código secreto antes de cerrar con llave y llamar al ascensor, se convierte en una persona normal... pero llena de secretos.
http://www.youtube.com/watch?v=c9LcnRmih0c&feature=related

viernes, 18 de diciembre de 2009

Embargo

El lunes hará cuatro años que se presentó de sorpresa, así sin avisar. Llamó a la puerta y entró. Si lo sé no le hubiera dejado pasar, pero ese sombrero alto y el traje negro me dejaron mudo ante su ¿puedo pasar? No me dio tiempo a contestar y ya lo tenía sentado en el sofá. La cosa es grave, me dijo mientras me daba su tarjeta de visita. Embargos y otros desagradables hechos, decía en letra Times New Roman. ¿Cómo dice?, si no he dejado de pagar ni una sola letra de la hipoteca. Repentinamente se puso de pie y mientras observaba los libros y fotos de la estantería me explicó lo del embargo. Vengo a embargarle la sonrisa, el amor, la paz, la familia, la felicidad y el sueño. La casa puede quedársela, con el jardín y las dos plazas de garaje. En unos minutos se hará efectivo el embargo, me dijo mientras salía por la misma puerta por la que se había colado. Y así fue. En unos minutos llegó Ella a casa y todo se hizo efectivo. Lo malo de estos embargos es que no te mandan cartas avisándote de la situación, de repente lo pierdes todo.
En estos cuatro años he tenido que trabajar mucho para ir recuperando todo lo embargado. Quizás el sueño fue lo primero que conseguí y del resto no puedo decir que lo haya logrado del todo. A veces me acuerdo de aquel tipo que se coló en mi casa y me dan ganas de chafarle el sombrero con una piedra... y otras de invitarle a tomar una caña, porque en el fondo creo que la sonrisa que tengo ahora es mas verdadera que la de hace cuatro años.
http://www.youtube.com/watch?v=tRSsJHvw9ZY

lunes, 7 de diciembre de 2009

Teorías

Desde que una amiga le dijo una vez "la vida es compensatoria", dedicaba todo su tiempo libre a demostrar esa teoría. Estuvo absolutamente convencido de que en la vida pasan cosas buenas y cosas malas a partes iguales, cosas regulares o cosas algo buenas al 50 %, unas veces cosas horribles y otra mitad de veces cosas excepcionalmente maravillosas. Había llenado cuadernos con anotaciones sobre todo lo que le pasaba, con sus correspondientes valoraciones sobre bueno o malo, alegre o triste, fácil o difícil. También había elaborado gráficas y sacado porcentajes que demostraban esa teoría de que la vida es compensatoria, de que pasan por igual cosas buenas y malas, aunque de las buenas normalmente no somos conscientes porqué es "normal que pasen". El problema fue que mi amigo convencido de esta teoría, empezó a temer que le pasaran cosas buenas porque a continuación (y según la teoría de la vida compensatoria) le pasarían cosas malas. Después de algo maravilloso vendrían cosas horribles. Así que decidió que lo mejor sería huir de todo aquello que aunque ahora le hiciera feliz, al cabo del tiempo le haría infeliz. Se perdió el amor por no vivir el desamor, se perdió muchas risas por no llorar después, se perdió... Y ahí sigue, perdido, casi paralizado por una teoría que quiso creer y que le desdibuja la vida por no atreverse a vivirla.
http://www.youtube.com/watch?v=LeQ9RsL8sTg&feature=related

lunes, 30 de noviembre de 2009

Qistes

Hace bastante que no lo veo, perdón, que no los veo. Son dos. El mayor es un anciano de más de 90 años que apenas puede caminar solo y el joven es un treintañero latinoamericano que lo acompaña cada mañana al Café Moderno. Hasta aquí todo normal, anciano que tiene un cuidador que se ocupa de él y que posiblemente vive en su misma casa. El anciano toma café solo y el joven infusión de menta. Cada día, antes de ir al Moderno, compran el periódico justo al lado de su casa. El anciano es un hombre de rutinas. De alguna manera los ancianos necesitan las rutinas igual que los niños. Una vez sentados en la misma mesa de cada día, y cuando el camarero ya les ha llevado el café solo y la infusión, el joven cuidador le lee el periódico al anciano en voz baja. Éste le escucha sin prestarle demasiada atención... hasta que llega a las páginas de las esquelas. Entonces cambia la postura corporal, más cerca del lector y escucha los nombres de las personas fallecidas el día anterior y los recordatorios de los que murieron ese mismo día pero en otro año. Espera escuchar el nombre de otro tipo, pero hasta la fecha no lo ha conseguido, no ha habido suerte. Aquel tipo le privó de algo hace muchos años y el orgullo se le enquistó. De tanto sacarlo del cajón, llegó un momento en que se quedó para siempre, orgullo crónico. Él lo sabía, pero es igual que tener otras enfermedades crónicas, son para toda la vida. Así que el orgullo le había llevado a desear que la muerte le llegara antes al otro, a desear ver su esquela en el periódico. Como hace un tiempo que no lo veo, es posible que la muerte se haya acercado antes a él que al otro tipo. No sé como se llama, si no yo mismo miraría las esquelas a diario, para ver si por fin este anciano ha podido descansar de una vez y quitarse el orgullo de encima...
http://www.youtube.com/watch?v=3TCB6SbiYZ4&feature=related

jueves, 26 de noviembre de 2009

Tenis

Anoche me tiré en el sofá y estuve viendo un partido de tenis. No suelo hacerlo pero ayer necesitaba algo así. Me gusta como se calla el publico cuando los tenistas juegan, y como gritan cuando alguno falla o hace un punto. Es curioso, se hace el silencio y es algo sagrado. No me imagino un estadio de fútbol en silencio cuando se está jugando un partido. Anoche Nadal no pudo ganar aunque pareciera un gladiador invencible con una raqueta en la mano. Al devolver un saque, le dio tan mal que la pelota terminó en la parte más alta de la grada. Cayó en las manos de un hombre que sonreía y hablaba con una mujer mientras la tele los enfocaba y todo el mundo los veía sin que ellos los supieran. Bueno todo el mundo no, unos cuantos y entre ellos un tipo que mientras cenaba descubría que su amigo  y su pareja le estaban engañando en Londres y no podía creer que fuera así. Historias así pasan todos los días. No creo que el hombre traicionado anoche durmiera demasiado, no creo que hoy haya tenido un buen día, ni creo que pase unas buenas navidades. En el fondo, anoche Nadal le hizo un favor a ese tipo que cenaba mientras veía la tele, pero eso tendrá que descubrirlo él cuando pase el tiempo. 

Todo esto forma parte de mi imaginación, no ocurrió... pero es que ayer me crucé por la calle con dos personas cogidas del brazo, que una vez me traicionaron y no sabía como contarlo... y como esto no es tenis y no tengo que estar en silencio me apetecía gritarlo......................

domingo, 22 de noviembre de 2009

Yoga

Un 20% de la población padece acrofobia (del griego "miedo a los puntos extremos") Es temor exagerado al vacío, o lo que todos conocemos como vértigo. Una de las razones que nos predispone a tener vértigo es la percepción de una situación como algo catastrófico. De pequeño tenía vértigo desde la terraza de casa de mi abuela, de mayor también sentí vértigo desde grandes alturas, o desde avionetas con hélices. De pequeño tenía vértigo a la profundidad, vértigo al asomarme a un pozo de agua, de mayor he sentido vértigo en la profundidad del mar. Llegar a 30 metros debajo del agua y asomarme al negro abismo me ha dado un vértigo casi opiáceo. De pequeño también descubrí otro tipo de vértigo. Me lo producía ella. Yo sólo era un niño pero cada vez que la veía… vértigo, cada vez que sabía que la iba a ver… vértigo, cada vez que la imaginaba… vértigo, cada vez que la soñaba… vértigo, cada vez que hablaba con ella… vértigo. De mayor he vuelto a tener el mismo vértigo, aunque entonces eran otras "ellas". Los médicos recomiendan exponerse al miedo y recurrir a técnicas de relajación como el yoga. Ahora me asomo poco desde las alturas, a las profundidades y me expongo muy poco a “ellas”. En cualquier caso estoy pensando apuntarme a yoga por si en algún momento, de manera inesperada, vuelvo a tener acrofobia… por la altura, la profundidad o por “ella”.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Niebla

Vivo en un valle con un río. Dicho así suena estupendo, quizás un poco Casa de la pradera, pero no, el Valle del Ebro es valle de viento y niebla. El viento para lo bueno y para lo malo, para limpiar el aire de humos y también para que provoque un sin fin de molestias. La niebla es otra cosa. Los días de gran estabilidad atmosférica (anticiclónicos y con ausencia total de viento) hace más frío en el valle que en la montaña, entonces la tierra pierde calor de forma muy rápida enfriando el aire de alrededor que en contacto con la humedad del río da lugar a la niebla. Enamorarse es como hacer niebla. Hace mucho tiempo que ya no estoy hecho niebla. Las razones están en mi meteorología. No consigo tener una estabilidad atmosférica, tengo más borrascas y vientos que otra cosa. No consigo perder calor interior, no encuentro un río húmedo cerca. Así es imposible. A veces me gustaría estar hecho niebla, y otras no. Cuando estoy hecho niebla no soy capaz de distinguir lo que tengo enfrente, no soy capaz de ver la realidad. Deberían fabricar gafas de ver entre la niebla para cuando uno se enamora, porque cuando vuelve a salir el sol, a veces no sé quien es esa persona de la que me enamoré cuando estaba hecho niebla y al final me quedo hecho tierra...
http://www.imeem.com/memoriza/music/37yumAFV/los-gofiones-estoy-hecho-tierra/

martes, 17 de noviembre de 2009

Trincheras

Me gusta ir a IKEA y sentarme en un sillón a ver pasar la gente. Mi preferido es el POÄNG, aunque el LILLBERG tampoco está nada mal. Me gusta observar a la pareja jovencita que le da igual una estantería BILLY que una lámpara KVART porque sólo tienen ojos para mirarse y desearse. O la otra pareja en la que ella está embarazada y con una gran ilusión miran una cuna LEKSVIK y una pizarra MÂLA para cuando la criatura sepa escribir o pintar algo. Me gusta también mirar a la pareja en la que es ella la que decide que hay que comprar la lámpara LAGRA y la caja con tapa para la ropa NOSTALGISK sin que él pueda opinar nada. Y al niño que se aburre de que su madre lleve diez minutos mirando los cuchillos HAKE y así se lo grita desesperado mientras la madre le contesta que también ella se aburre cuando va a verlo jugar al fútbol. También me gusta mirar a la pareja que va a IKEA con la madre de ella o de él y que al final es ésta la que decide que la cortina WILMA es la que mejor vestirá la casa de la pareja. Y así un montón de gente diferente buscando mientras yo los miro. No creo que ninguno de ellos vaya a IKEA buscando trincheras aunque muchos de ellos con el paso del tiempo las necesitará. Y como no las compraron tendrán que hacerse una con la estantería BILLY, con la cuna LEKSVIK, con la pizarra MÂLA para que cuando se lancen los cuchillos HAKE, nadie salga aun más herido. De todas maneras no creo que vendan trincheras en IKEA, aunque yo creo que sería un gran éxito de ventas, te lo digo yo que me he tenido que construir alguna y sin instrucciones de montaje...

martes, 10 de noviembre de 2009

Biodramina

Siempre me mareaba de pequeño. En el coche, en el bus, en el tren, en un pedalo en el mar, o simplemente flotando con un colchón de aire. Mal equilibrio el mío. La Biodramina me acompañó durante toda mi infancia. Con el paso de los años me fui acostumbrando a esta rueda en la que giramos y dejé de marearme... tanto como antes. Existe un factor que hace que todo sea como es, que todo se repita de una manera constante. El día, la noche, enero, febrero y marzo, el verano, el invierno, todo se repite de una manera inagotable. Lo bueno, lo malo, lo mejor y lo peor. Nada ni nadie puede hacer que sea de otra manera. La culpa de todo la tiene la velocidad. La que de manera constante hace que todo gire siempre de la misma forma. La velocidad a la que gira la tierra sobre si misma y alrededor del sol. Una velocidad inalterable que marca lo que vivimos. Si todo girara a doble velocidad, los días tendrían la mitad de horas. Habría menos horas para dormir. Cada seis horas se haría de noche y cada seis horas se haría de día. Comeríamos en la mitad de tiempo, trabajaríamos la mitad... y tal vez tendríamos también la mitad de amores y desamores, seríamos la mitad de felices y también de infelices de lo que lo somos ahora. Todo por culpa de la velocidad. A mí me va bien la velocidad a la que giramos ahora. Ahora que ya no me mareo y que mi equilibrio se ha acostumbrado a esta velocidad, ahora que ya sé que todo se repite una y otra vez aunque me cueste aceptarlo, no es cuestión de volver a la Biodramina.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Inevitable

Los domingos eran días de muchas cosas de pequeño, pero una de ellas era el periódico y sus suplementos. En mi casa se compraba El País. Un domingo mi padre me hablo de un lugar donde había un muro y la gente tenía prohibido pasar de un lado al otro. No me habló del muro por casualidad. Ese domingo venía en un suplemento de El País un reportaje sobre personas que habían ideado diferentes planes para cruzarlo, la mayoría de ellos muy ingeniosos. Haciendo túneles, con globos caseros o construyendo un coche tan bajito que podía pasar por debajo de la barrera. Yo debía estar encantado con aquellas historias sobre gente que quería pasar de un lado del muro al otro. Así descubrí que existía un muro, que existía el Muro. Pasaron los años y un día como hoy de hace dos décadas el Muro se llenó de agujeros, era un buen final, el mejor, el inevitable. Yo ya hacía dos meses que era mayor de edad, así que también fue inevitable que quisiera ir a ver aquel muro que desde pequeño había alimentado en mi cabeza un montón de historias y que ahora se caía por su propio peso. A los pocos meses llegué a Berlín en tren desde los fiordos noruegos en aquellos viajes por Europa que hacía en verano. Y como era inevitable volví a casa con un trozo de aquel muro que guardo como un tesoro. Supongo que un día le contaré a mi hija todo esto, y espero que cuando ella sea mayor vaya a ver otros muros los cuales se hayan llenado por fin de agujeros. Y por supuesto que inevitablemente se traiga a casa un trocito de alguno de ellos.

jueves, 5 de noviembre de 2009

+

No sé si empiezo a ser un poco plasta con el tema...
http://www.notodo.com/v4/php/agenda.php?iagenda=1846#ficha

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Pasamontañas

Las casas tienen una pequeña ventana al mundo exterior. Bueno, no sé si al mundo exterior, mejor debería decir al rellano de la escalera. La ventana es tan pequeña que sólo se puede mirar con un ojo y la imagen que se ve suele estar distorsionada por los cristales con los que la hacen. Cuando de pequeño descubrí la mirilla de la puerta, me divertía mirando a través de ella y viéndolo todo distorsionado. Era divertido ver la cara de las personas de mi familia, o de cualquiera que llamara a la puerta, deformadas por ese ojo de pez. Mira siempre antes abrir me decía mi madre. A veces obedecer a una madre no es tan terrible. Una vez miré y era la policía. Vaya susto. Traían una carta para comunicarle a mi hermano que era inútil para realizar el servicio militar. Pero la parte más emocionante era observar a los vecinos como salían y entraban en sus casas. En el rellano de casa de mis padres había cinco puertas, cinco familias tras sus trincheras y por supuesto tras sus mirillas. Si yo miraba, ¿porque no me iban a mirar a mí cuando salía de casa? Esperando el ascensor me sentía observado, imaginaba cinco ojos mirándome detrás de cinco puertas. Así, que si el ascensor tardaba mucho, abandonaba y bajaba andando. Eso tenía un riesgo, que en cada rellano hasta el portal hubiera otros cinco ojos mirando a través de las cinco mirillas de cinco puertas. Tal vez, y sólo tal vez, todos eran espías de mi madre para ver si me quitaba el pasamontañas nada más cerrar la puerta de casa y que yo odiaba con todas mis fuerzas...

viernes, 30 de octubre de 2009

Publicidad

Un poco de publicidad y enseguida estaré de nuevo con ustedes...

viernes, 23 de octubre de 2009

Oferta de empleo

Esta semana he recibido una carta con una oferta de empleo. El puesto ofertado era "Tatuador de árboles" y la empresa se llamaba "El bosque de los árboles tatuados". Para llegar allí tenía que seguir unas sencillas indicaciones. Debía cruzar el paso de cebra que va del mercado de San Vicente de Paúl al bar que hace esquina en la calle Mayor con los ojos cerrados. Al abrirlos me encontraría en "El bosque de los árboles tatuados". Así que hoy me he presentado en mi nuevo puesto de trabajo a las 9 como indicaba la carta. He cruzado el paso de cebra y al abrir los ojos he visto a Pedro y detrás de él un bosque con árboles tatuados, árboles llenos de corazones y nombres marcados con su navaja. Pedro se jubila, hoy ha sido su último día en el bosque y el primero para mí. Lleva toda la vida haciendo este trabajo. Dice que cada vez que alguien se enamora le llega una nota con los nombres de los emocionalmente perturbados, como llega la comanda a la cocina en un restaurante con los platos que han pedido los clientes. También dice que nadie quiere hacer ya este trabajo, que es un oficio casi perdido, y que es necesario para que quede registrada la locura de nuestra especie. Tardaré algún tiempo en hacerlo como él, pero me ha dicho que tengo madera de tatuador. Me ha enseñado un árbol de 38 años con unos cuantos corazones con mi nombre. Allí estaba mi árbol. Cada año crece el tronco y tiene un montón de corteza para tatuar corazones. Habrá que esperar que llegue una nota con mi nombre... hasta entonces seguiré tatuando los de los demás, y quien sabe si también el tuyo.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Paraguas

Ser paraguas en Zaragoza no es nada fácil. Casi nunca llueve. Yo fui uno grande y rojo. Tuve cuatro dueños aunque sólo el primero pago algo por mí. Me compró en una tienda de chinos una mañana de lluvia. Mi primer dueño me colgaba de un perchero de forja. No tengo ninguna queja de él. Si amenazaba lluvia siempre le acompañaba a la calle. Le protegí del agua durante meses. Al llegar a casa me abría y me colocaba en la bañera para que me secara. No era de los que pensaba que si abres un paraguas en el interior de un edificio, atraes la mala suerte. Los humanos son muy dados a este tipo de cosas. Ver gatos negros, romper un cristal, pasar por debajo de una escalera o abrir un paraguas.

Un día se acabó mi suerte. Mi segundo dueño era amigo del primero. Fui prestado, y un paraguas que se presta, rara vez es devuelto. Nunca es buen momento para devolver un paraguas. Mi nuevo dueño no me utilizó por no romperme o perderme. Y entonces, ¿porqué no se lo daba a mi primer dueño? A su hijo le gustaba jugar al Zorro conmigo. Es uno de los usos que nos dan los niños. Aunque yo era largo, siempre estaba en desventaja con los paraguas plegables. Le daban al botón y disparaban, activando el mecanismo. Me alegro de no haber sido un paraguas plegable. No duran nada en manos de un niño.

Cuando ya empezaba a dudar de mi identidad y no sabía si era un paraguas o la espada del Zorro, una tarde de primavera, mi segundo dueño me dejo olvidado en un taxi. A diferencia de gatos negros, cristales y escaleras, los paraguas somos el objeto que más pierden los humanos. Cualquier sitio es bueno, un banco, un supermercado, un autobús, y en mi caso un taxi. Las oficinas de objetos perdidos están llenos de paraguas. Casi nadie se molesta en ir a recogerlos. El taxista ni se molestó en devolverme, así que éste fue mi tercer dueño. Hice kilómetros y kilómetros en el maletero de aquel taxi. Pensó que le vendría bien llevarlo, pero era de los que se pasan el día conduciendo y salen de casa sentados en el coche desde el garaje. Pasó una primavera, un verano y yo pensé en volverme loco. Allí encerrado, en aquel maletero, creía que me iba a derretir. Perdí la esperanza. Los pocos días de lluvia, oía el ruido del agua golpear el coche. Prefería ser destrozado por el granizo o perder mi forma cóncava por vientos huracanados. Es humillante convertirse en un paraguas convexo, pero mejor ser un paraguas convexo y mojado que uno cóncavo y seco.

Una noche cambió mi suerte. El taxi se estropeó al mismo tiempo que se puso a llover. El taxista me abrió mientras comprobaba el motor del coche. Acabó llamando a la grúa. Sentía la lluvia resbalando encima de mí de nuevo. Me acordé de mi primer dueño, de aquellas mañanas camino del trabajo, de las tardes de paseos cuando nos parábamos en los semáforos y nos juntábamos paraguas de todos los colores y tamaños, y de las noches de cines, teatros y cafés. Nunca más querría volver a aquel maletero. No, nunca más. Así que me negué a ser cerrado. El taxista lo intentó, intentó forzarme pero no lo consiguió. Primero el taxi y luego esto. Un día de mala suerte, pensó. Tal vez vio cruzar un gato negro, rompió un cristal o pasó por debajo de una escalera. De lo que estoy seguro es que no me abrió en el interior de un edificio. Me maldijo y me abandonó en plena calle.

Yo seguía mojándome, feliz por aquel golpe de suerte. Perdí el sentido y no se cuanto tiempo pasó hasta que apareció mi cuarto y último dueño. Iba acompañado de otras personas. Venían de fiesta bastante borrachos. Los humanos tienen imágenes en la memoria en las que aparecemos los paraguas. Mi dueño imitó la famosa escena de Cantando bajo la lluvia, otra chica intentaba volar como Mary Popins y después cerrarme para imitar a Chaplin. Ya era tarde, yo me había negado a ser cerrado y no había vuelta atrás. Pasé por todas las manos de aquel grupo y nadie lo consiguió. Era imposible. Mi último dueño no supo entrar en el portal de su casa con un paraguas abierto. Sin pensarlo me clavó en el cubo de la basura como una vela en una tarta. El resto no es difícil de imaginar.

Si tienes un paraguas, sácalo cuando llueva porque además de no mojarte, coloreas los días grises de lluvia...

jueves, 15 de octubre de 2009

Espejos


En casa de mis padres había un armarito encima del lavabo, uno de esos con tres puertas-espejo. Si abrías las dos de los lados y mirabas a uno de ellos, se veía la imagen multiplicada por el reflejo de un cristal en el otro hasta el infinito, bueno mejor dicho hasta que la imagen se cortaba en uno de los espejos. Me gustaba jugar a moverlos, asomar mi nariz y verla reflejada repitiéndose una vez tras otra, yo creo que por eso soy de nariz generosa. Ahora que ya no existe ese armario, de vez en cuando miro en el espejo del pasado, pero es un riesgo hacerlo. Sin saber porqué unas veces ocurre y otras no, el espejo del pasado se reproduce en infinitos espejos. Y allí quedo yo atrapado en imágenes que no quiero ver y que se repiten en todos esos espejos como en aquel armarito de casa de mis padres que estaba encima del lavabo. Sólo hay una manera de salir de ese espejismo, hay que romper el cristal original, el primero en el que miré el pasado... pero no es fácil. Así que me voy a dedicar en los próximos días a tirarles piedras a todos hasta que haga añicos ese espejo... el que me empeño en mirar siempre tentando a la suerte.

lunes, 12 de octubre de 2009

Cajas de zapatos

Lo primero era convencer a tu madre de que necesitabas una caja de zapatos para algo muy importante, criar gusanos de seda. La mía supongo que sacaría algunos zapatos viejos de su caja para darme el capricho, no sin antes soltar esas frases que soltaban todas las madres... pero te harás cargo tú de los gusanos, porque yo bastantes cosas tengo que hacer ya. Que siiii, pesada. Ya me lo contarás cuando se te mueran todos porque no los cuidas... Y eso era lo último que oías cuando ya tenías la caja y te ibas al colegio a conseguir gusanos de seda para criar. Me podía pasar horas mirando aquellos gusanos, tocándolos, dándoles de comer hojas de morera (que no recuerdo de dónde las sacaba), viendo como crecían, como se encerraban en hilos de seda y salían como mariposas. La caja tenía que tener ajugueritos para que entrara algo de oxígeno y no se murieran cuando la tapaba.
A veces imagino que todos vivimos en una gran caja de zapatos, y por la noche cuando alguien o algo la cierra y todo se hace oscuro, las estrellas sólo son esos agujeritos que alguien ha hecho en la caja para que podamos respirar. Ser gusano no está tan mal, pero no toda la vida. Llevo años tejiendo un capullo, y creo que me queda aun mucho por tejer, pero espero que algún día convertido en mariposa salga de esta caja de zapatos usados... como aquella que me daba mi madre a regañadientes cuando era niño.

viernes, 9 de octubre de 2009

Casettes

Nunca tuve un tocadiscos, así que tampoco vinilos. Lo mío fueron los casettes. La mayoría eran de 60 minutos, pero también tenía de 90, extra largos. Que hubiera sido de mi adolescencia sin aquellos casettes de Dire Straits, U2, Bob Marley, Kiko Veneno, Los Rebeldes, Silvio, Aute, Sabina, Ellis Regina, Rod Stwart, Mike Olfield... todos grabados, no había para más. Hubiera sido una adolescencia con otra banda sonora. Nunca podré olvidarme de cómo, con la ayuda de un boli Bic, rebobinaba cuando se enganchaba en el radiocasette y se salía la cinta. Tecnología punta. Recuerdo tener el casette preparado y estar escuchando la radio, esperando que sonara la canción del momento y darle al REC y al Play a la vez. Robarle la canción a los de la radio para poder oírla cuando yo quisiera. Era un ladrón de canciones. Un pirata... de los de antes, cuando había que currárselo para conseguir una canción.
Ayer decidí deshacerme del botín musical de aquella época. Me puse el parche en el ojo y con alguna cicatriz más de las que tenía en mi adolescencia saqué todos mis casettes del cofre del tesoro, que previamente tuve que desenterrar de un cajón. Mi hija me miraba en silencio, sin preguntar que eran aquellos objetos. Creo que le solté un rollo sobre aquellos años en los que la música se escuchaba de otra manera. Le pregunté que le parecía y me contesto tres palabras... "un poco raro". Después, camino del supermercado, tiramos dos bolsas llenas de casettes en el contenedor amarillo de los plásticos, dos bolsas llenas de la banda sonora de mi vida en formato casette. El parche me lo guardé en el bolsillo y las cicatrices me hubiera gustado tirarlas al contenedor de la basura. Al final tendré que ponerme tatoos de los que se pone mi niña y que salen en las bolsas de patatas fritas para que no se vean tanto.

lunes, 5 de octubre de 2009

Me largo


Quiero perderme un tiempo, no sé si mucho o poco, pero un tiempo. Quiero largarme de aquí, bien lejos de mí, quiero perderme de vista. Y cuando lo haga no quiero mandarme mails contándome como va todo, porque todo va como siempre, porque tengo la sensación de que todo se repite. No quiero mensajes míos al móvil, cuando vuelva de estar lejos de mí ya me contaré todo lo que me he perdido. Hasta entonces... bien lejos, y me lo digo muy en serio, necesito olvidarme, tener ganas de verme de nuevo, de tomarme un café con churros o darme un paseo en bicicleta conmigo mismo y que sea diferente. Hasta entonces... me voy, porque ya no veo más allá de mi nariz.

martes, 22 de septiembre de 2009

Gritos

Esta noche pasada he tenido una pesadilla y me he despertado sudando y con el susto en el cuerpo. Entre otras cosas (no se porqué) me quedaba en la calle en bolas y sin llaves ni móvil ni nada. Tal vez sea por eso que hoy mis oídos han estado mucho más sensibles a los ruidos (gritos) de la calle. Nada más salir de casa me he encontrado con la versión maña de El hombre que susurraba al oído de los caballos, y que sería algo así como El hombre que gritaba a las palomas. ¿Cómo estáis hoyyyyyyy? tal vez os bajo luego de casa un poco de pan, les ha dicho a un grupo de palomas. Los señores que trabajan en las obras de la calle Mayor se comunicaban a gritos también. Es increíble como se entienden con los gritos y silbidos de su propio código. Apenas utilizan palabras y sin embargo son capaces de levantar una calle entera, renovar todas las tuberías y volver a taparlo todo... menos los gritos. Una abuela en el paseo de la Independencia le gritaba con una alegría desbordada a su pequeño nieto cuando lo ha visto en su carrito. Espero no olvidar cuando sea abuelico que los niños pequeños no son sordos. El vendedor de los ciegos de la plaza España tambien gritaba, y de verdad, ¿para que grita? si no hay quien entienda lo que dice. Y así, entre grito y grito he escuchado uno silenciado, uno de esos hacia adentro de un tipo que sin despegar los labios pedía un cigarro por compasión, y es que parece ser que el mono también te hace gritar... e incluso tener pesadillas por la noche.

domingo, 20 de septiembre de 2009

La calle del Desengaño


La miré durante mucho tiempo desde tan cerca que al separarme un poquito de ella no la reconocía. Sería por ella o por la visión que perdí, pero ya no sabía quien era esa mujer. Ella hacía como que también me miraba de cerca pero creo que movía un poco los ojos para mirar a los que pasaban por delante nuestro y no estropearse los ojos. El caso es que al final el desengaño me llevo a tener que utilizar gafas. No es por la edad como me dijo la jovencita que me hizo el estudio de mi visión, es por mirar muy de cerca a una mujer. Esta mañana paseaba en mi bici como cada día esperando encontrar algo, un detalle para escribir y me he encontrado por casualidad con la Calle del Desengaño. Dicho así parece sacado de una canción de Sabina, pero no, la calle existe y allí estaba yo, parado en mi bici y con cara de bobo. No es una calle bonita y además a estas alturas de mi vida no pienso mudarme una vez más. Hace un tiempo quizás hubiera llevado todas mis cosas a esa calle, pero ahora me gusta mucho más el sitio donde me encuentro. El cartel de la calle no se ve muy bien desde la acera, pero gracias a estas gafas que llevo por culpa de un desengaño he podido leer el nombre de la calle del Desengaño. Mañana espero encontrar la Avenida del Amor o el Callejón de la Risa... y tal vez no me importe hacer un nuevo traslado.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Volteretas

Miguel fue a mi clase durante toda la EGB. Era de los listos, pero terminó el colegio sin saber hacer la voltereta. Cada año era lo mismo, daba una vuelta sobre su hombro derecho porque no sabía hacerlo sobre la cabeza. Yo creo que los otros 43 deseábamos que Miguel diera una voltereta en aquel examen de octavo, pero nada, una vuelta sobre su hombro como siempre. Fue un clásico durante todo el colegio. Yo en cambio si que la daba. Con manos, sin manos, hacia adelante, hacia detrás... En la piscina también daba volteretas cuando me tiraba al agua. Y así seguí, dándole volteretas a todo. Yo no le doy vueltas al café, le doy volteretas, si salgo a dar una vuelta debería decir que me voy a dar una voltereta. No le doy vueltas a las cosas, eso es poco para mi, yo le doy volteretas a las cosas. No se que habrá sido de Miguel, ni como le habrá ido la vida. Tal vez la vida le haya dado muchas vueltas, al fin y al cabo se pasó muchos años dando vueltas sobre su hombro en una colchoneta. A mí la vida no me ha dado muchas vueltas, ojalá, la vida me ha dado muchas volteretas. Y es que Miguel, sin duda, era de los listos de la clase.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Echar de menos

Te he echado de menos. Tú aquí y yo lejos. No han sido más de 20 días pero creo que el segundo ya te estaba echando de menos. Me he acostumbrado a ti, a tu tacto, a tu olor. A las noches que pasamos juntos sin poder dormir y a las que te abrazo mientras duermo. Tengo cosas que contarte, tenemos noche para hacerlo, para decirte que he visto estrellas fugaces tumbado en la arena, que he subido a un volcán, que no tenía aire acondicionado en el coche ni radio para escuchar música como ya sabes, que he tenido días lluvia y noches de sueños, que he pasado frío en agosto, que una amiga que nunca has visto se tiró desde una duna enorme y me mandó un sms para contármelo, que me cortaron el móvil por no tener dinero en la cuenta, y que he hablado con la persona que más quiero varias veces. Ahora ya estoy aquí y tú también, y de verdad querida almohada, te he echado de menos.

Regalos

Tengo un regalo para ti. En realidad es un regalo grande, de esos que aun niño le gusta abrir el día de Reyes. Tan grande que no te abarcan los brazos. Te regalo un paseo en bicicleta, , una tarta de queso, el despertar de un día de lluvia escuchando tangos con la ventana abierta, el bigote de Dalí, una nube de las que cubre Machupichu cada amanecer, el abrazo de una niña pequeña a la pierna de su padre, una peli tan bonita como Amelie, un menhir de una aldea gala, una canción que hable de amor y no de desamor, una guerra de agua, una paz sin toallas, un parche para el ojo y un barco pirata, una isla para guardar tesoros, una linterna por si te pierdes, un lago en el cráter de un volcán, una barca con cuatro remos, una carretera con curvas y una pastilla para el mareo, un hueco en mi cama, una habitación para ti sola, un trozo de hielo que llevaron los gitanos a Macondo, comerte media naranja sin pelar, el verano de un niño, el otoño de Buenos Aires, un cuadro de papel recortado, una nariz de payaso para que me hagas reír, una noche de luna llena dentro del mar, una chaqueta para los primeros días de frío, y una regadera para que nada se seque. Pensaba enviártelo, pensaba que no sé tu nombre, que no se dónde vives, pensaba que lo guardaré para cuando lo sepa. Pensaba que tal vez tu tienes otro regalo para mi y que no sabes como me llamo ni donde vivo. Pensaba que lo guardarás hasta que lo sepas. Tendremos que esperar.

sábado, 1 de agosto de 2009

Amores de verano

Fui a un colegio donde sólo había chicos. Ni siquiera he tenido primas de mi edad así que el verano era la mejor estación para relacionarme con esos seres extraños que eran las chicas. En verano si había chicas. Yo lo esperaba impaciente, como el que espera que un día de invierno nieve en esta ciudad de río y viento. El campamento de verano, la playa, la plaza de debajo de casa y la piscina eran los lugares de mis amores de verano. Duraban poco, pero ayyyyy, ¡cómo eran!, tan intensos que me pasaba todo el otoño soñando con otro verano, y por supuesto sufriendo. El amor de verano, aunque fuera un niño, también me hacía sufrir, nada era gratuito, el amor de verano tenía su desamor de otoño. Mi primer beso fue con un amor de verano, no podía ser de otra manera. Aquel rompeolas con un pequeño faro rojo al final fue testigo. Fue un beso salado como el mar, iluminado por una bombilla que repartía su luz entre los barcos y dos adolescentes para que nadie chocara contra las rocas. A veces pienso que en mi vida sólo caben los amores de verano, los besos salados y los faros con luces rojas. Si un día estoy convencido de que tengo un amor como aquellos de verano, me compraré una casita en una playa, en un lugar donde solo haya eso, verano, y con mi vieja mochila como único equipaje me iré allí con ella, para no tener un desamor de otoño. Para seguir viendo esa luz roja intermitente al final de las rocas.

miércoles, 29 de julio de 2009

Seis dedos

Cada vez que cojo el coche termino aparcándolo muy lejos de mi casa. Cuando mi hija va detrás en su silla, cruza los dedos para que encontremos un sitio cerca o por lo menos en el barrio donde está mi casa. Piensa que cruzando los dedos aparecerá un hermoso hueco para poder aparcar. Esta mañana mientras dábamos vueltas y vueltas por la Magdalena, me ha dicho que le gustaría tener otro dedo más en cada mano, uno chiquitín al lado del pequeño, así podría cruzarlos todos y tendríamos más suerte. Yo llevaba semanas con los dedos cruzados, pero anoche por fin los descrucé. No he tenido suerte. La bola del helado se ha caído sin probarlo, sin ver a que sabe y me he quedado con el cucurucho en la mano. Me gustaría que alguien me comprara otro helado como hacía mi madre si se caía la bola. Pero lo único que puedo hacer es limpiar bien el suelo, que una bola de helado lo pone muy pegajoso si se pisa. Hay cosas que, por mucho que cruces los dedos, nunca pasan. Ni teniendo un sexto dedo en cada mano. A pesar de todo, a pesar de no tener suerte cruzando los dedos, me siento afortunado porque la heladera me ha invitado a una cerveza, o dos o tres.

martes, 28 de julio de 2009

Saber elegir

Tengo la sensación de no saber elegir nunca la fila correcta en la caja del súper. Es una gran decisión que tomar... y suelo equivocarme. Miro a las personas que tengo delante, la cantidad de compra que llevan en las cestas o los carros y hago un análisis de cual será la cajera más rápida, y no sirve de nada. La abuelica que llevo delante con solo una barra de pan todavía no se ha acostumbrado al Euro, y después de darle vueltas y vueltas a las monedas en su pequeño monedero, acaba diciendo eso de "anda maja cógelo tú, que yo no entiendo". La señora con carro de bebé se ha olvidado de pesar los tomates y sale a la carrera con niño incluido a pesar la bolsa. En el viaje hasta la báscula aprovecha y coge los pañales y toallitas que se había olvidado. Otra señora, que es conocida de los padres de la cajera le pregunta por toda su familia, por si ya tiene novio, a donde va a ir de vacaciones, etc. A un señor no le pasa la VISA por el lector de tarjetas y no tiene dinero en efectivo, con los comentarios típicos como "pues vengo ahora del banco y hay dinero en la cuenta". La señora que quiere que le lleven la compra a casa a las 11 en punto y a esa hora el reparto está en otra zona del barrio. El cambio de turno de las cajeras que aprovechan para poner verde al encargado en voz baja por lo mal que las trata, mientras veo como las personas de la otra caja avanzan y avanzan. Y cuando ya me toca a mi, se ha acabado el rollo de papel de la caja con el que se hacen los tickets y hay que abrir la máquina para cambiarlo. Todo hace pensar que voy a conseguir salir del súper, pero aparece la mujer que compró un tinte para el pelo y no le gusta y lo quiere cambiar. Por supuesto no lleva ticket y la cosa se complica. Y ya por fin atravieso la puerta que se abre sola y llego a la calle, pensando que una vez más no he sabido elegir bien la fila correcta. Así me siento hoy, alguien que no sabe elegir. Alguien que parece que no aprende nunca a saber cual es la mejor fila en la vida. A este paso acabaré comprando en internet...

lunes, 27 de julio de 2009

Políglota y otros insultos

A los mejores amigos de papá los llamo tíos. Son tíos de mentira, aunque también tengo tíos de verdad. Son raros y divertidos pero a veces también me enfado con ellos. Mi tío Mario, que es de los de mentira, lleva un sombrero en la cabeza y una maleta con cuentos. Me gusta jugar con él a inventar palabras e idiomas raros. Un día jugando a inventar idiomas me dijo “Andrea, pero si eres políglota”. “Políglota serás tú”, le contesté, y me enfadé porque no está bien decirle eso a una niña de cinco años. Mi tío Luis es de los tíos de verdad y además es el mejor amigo de papá. Es un gigante con los pies muy grandes. El juego preferido con mi tío Luis es subirme encima de él. Mi prima Lucía, que es prima de verdad, vive en Colombia. Mi tío Luis me explicó el otro día, con una pelota que tiene pintado el mundo, el lugar donde vive mi prima. Me dijo que cuando yo estoy comiendo, ella se está despertando. Yo le dije que Lucia tenía mucho morro por dormir tanto. Mi tío se rió y yo estuve enfadada un buen rato. Tengo un pájaro que se llama Titín, como mi tío Valentín que es de mentira. Mi tío quiero decir, porque el pájaro es de verdad. Un día cuando vino a verme a casa de papá me dijo, “Andrea cada día estás más alta y más roya”. Me gusta que me digan que estoy más alta pero no que soy una roya. Un rollo es tener que recoger los juguetes. Así que me enfadé. Cuando voy con mi papá por la calle y nos encontramos con gente que él conoce, yo me quedo callada y no les contesto nunca. Mi papa les explica a todos que soy muy tímida. Luego en casa, a mí me dice que si no quiero hablarles no pasa nada, que ojalá pudiera hacer él lo mismo. No se porqué no lo hace, es muy fácil. Con mis abuelos también me enfado. Mi abuela Pilar me debe querer tanto que cuando me ve me lo dice gritando y me da un montón de besos de esos que suenan mucho. Con mi abuelo Vicente es al revés, como está un poco sordo tengo que gritarle y no se entera de lo que le digo, y yo me enfado con él. A veces cuando no se de que se ríe la gente, pienso que se ríen de mi. A algunos mayores también les pasa. Cuando me enfado, me voy a mi cuarto y mi papá que debe hacer magia, me lee los pensamientos y siempre sabe porque estoy enfadada. Ayer yo estaba muy enfadada y papá me dijo, “Andrea te voy a enseñar un libro”. El título era Diccionario y en realidad eran dos porque como están todas las palabras que existen no caben en uno solo. Buscamos políglota, roya y un montón de palabras más que yo no conocía. Algunas veces sigo enfadándome, pero ahora ya se que ni mis tíos de verdad, ni los de mentira, ni mis abuelos se ríen de mí. Papá me dice todos los días “Andrea te quiero tanto, que no se cuanto”. Y aunque yo le respondo que es un pesado y pongo cara de enfadada, no es de verdad porque me gusta mucho que me lo diga.

domingo, 26 de julio de 2009

Apariciones...

Desde hace un tiempo se aparece cuando menos me lo espero. Hoy la he visto debajo del mar. Ella a mi no, normalmente no lo hace, pero yo la observo. He tomado aire y cuando me he sumergido, allí estaba. No tenía aspecto de sirena, y mucho mejor así, simplemente era ella. Hoy estaba cavando un hoyo en el fondo del mar y enterrando un cofre con cosas que le pesan y que ya no quiere guardar. Una vez la vi sentada en una valla de publicidad sonriendo a la gente que pasaba. Y otra saltando de nube en nube mientras iba comiendo algodón. La vi desde un avión de papel que me he hice para seguirla por el aire. Hoy, después de tapar el hoyo ha escrito una palabra en la arena. Y aprovechando el paso de unas anchoas se ha ido con ellas. He tenido que salir a respirar y cuando he vuelto a sumergirme no he podido encontrar la palabra que había escrito en la arena. Le he mandado un mensaje a través de un cangrejo. Es lo que tiene entenderse con los cangrejos, que se abre un nuevo mundo de comunicación con los seres que están en el mar, y hoy ella estaba allí. Al rato ha vuelto el cangrejo con un mensaje para mí… aunque sigo sin saber que palabra estaba escrita en la arena. No importa, tal vez se me vuelva a aparecer pronto y siga escribiendo palabras en el mar, en el aire y en las paredes.

jueves, 23 de julio de 2009

Parte de algo...

Una pequeña muestra de lo que espero forme parte de otro libro... de otra historia...





Western

Vivo en una calle peatonal con sus árboles (castaños de indias) y sus bancos de metal. A lo largo del día se sienta mucha gente en ellos... y a lo largo de la noche también. Podría hacer un blog sólo de las cosas que pasan en mi calle, de lo que veo en los bancos, de lo que hablan sus ocupantes, sus viajeros y sus conversaciones, pero hoy me limitaré a la de anoche. Estos bancos no cierran como los bares, así que si te llevas tu propia consumición puedes estar hasta que tu quieras. No se hasta que hora estuvieron ayer los tres hombres que hablaban de cine porque al final conseguí dormirme pero sin duda era tarde... muy tarde. La tertulia de cine no tenía moderador que marcara 59 segundos de intervención, o que llevara la conversación a algún sitio. La conversación iba y venía... A los tres tertulianos de anoche Dios no los había llamado por el camino del cine, pero eso da igual, ¿quién no sabe de cine en estos tiempos? La discusión giraba en torno a los Western, al principio por lo menos. No se pusieron de acuerdo sobre cual ha sido el mejor Western de todos los tiempos, se veía venir de todas maneras. Las tres elegidas fueron Por un puñado de dólares, El bueno, el feo y el malo y Sin perdón (última película que había visto uno de ellos en cine comercial según el mismo dijo). John Waine salió elegido como mejor actor del género. Para ello tuvieron que concentrarse bastante hasta que dieron con ese nombre. Y aunque ninguno de los tres había visto la última de Clint Eastwood, todos afirmaron que era una grandísima peli, eso si, previa discusión si se llamaba Gran Torino o Gran Tonino.
Con estos tres hacía yo un programa de tv. sobre cine para ponerlo a la hora de la siesta, que últimamente el Tour de Francia no me da tanto sueño como otros años.

Me gustan las cucharas

Aunque yo no las veo, todas las mujeres tienen una cuchara que llevan siempre con ellas. Unas son de madera, otras llevan cucharones, cucharillas de café, cucharas soperas… La mayoría de las veces ni siquiera son conscientes de que las tienen, ni de que las utilizan. Yo soy como un vaso de leche con Colacao y han sido muy pocas las que la han usado conmigo. Cuando estoy en calma el chocolate está posado en el fondo y la leche pierde el tono marrón. Todo está tranquilo. Pero a veces, no demasiadas a lo largo de mi vida, una cuchara, cucharilla o cucharón se ha colado en mi vaso y ha revuelto de nuevo la leche con el Colacao. El chocolate vuelve a mezclarse con la leche, y todo está revuelto. Todo. No siempre queda un buen chocolate con leche, a veces hay grumos que no son capaces de deshacer esas cucharas. Otras si, otras te hacen girar en una dulce mezcla. Nadie sabe cuanto tiempo me sentiré revuelto, ni cuando dejará esa cuchara de revolverme. Nunca he entendido porqué unas cucharas y no otras o el porqué de los grumos. Hay mujeres que sé, que llevan una cuchara y que podrían meterla en mi vaso. Lo sé desde que las conozco. Podrían revolverme de nuevo. A ellas les veo la cuchara enseguida. Algunas veces meto el vaso de colacao al congelador para que ninguna cuchara pueda revolverlo y otras lo caliento para que se revuelva mejor. Seguro que hay algún motivo que desconozco para regular la temperatura del vaso, he aprendido a hacerlo. Aun así brindo con Colacao por las cucharas, por las cucharillas y los cucharones. Salud.

miércoles, 17 de junio de 2009

Compás


Voley


Manifestación

Hoy me he manifestado a favor de la paz, pero de la mía. De vez en cuando mi guerra es demasiado grande y mi paz reclama un sitio en mi vida. Hoy la manifestación ha sido a las 17.23 horas, como no tengo que convocar a nadie más puedo hacerla a la hora que quiera. Antes he sacado las pancartas del armario y sentado en el sofá he gritado las mismas cosas de siempre, los mismos eslóganes, los mismos deseos. Mi paz se niega a aceptar los abusos sistemáticos de mi guerra, los recortes continuos de felicidad y los derechos pisoteados a sentirme bien. Mi guerra me ha contestado con frases muy duras sobre mi autoestima, incluso me ha lanzado una botella llena de soledad y piedras con oportunidades perdidas. Así hemos estado un buen rato hasta que mi paz ha decidido disolver la manifestación y volver a guardar las pancartas. No ha venido la prensa a entrevistarme y mañana no saldrá en ningún periódico o televisión. Tampoco ha hecho falta que viniera la policía antidisturbios, no he salido herido, sólo un poco de dolor de ojos al final de la manifestación y un rastro de clinex usados por todos lados.

sábado, 30 de mayo de 2009

Dragón


martes, 26 de mayo de 2009

Me gustan los abrazos



"Me gustan los abrazos", es un álbum ilustrado que se puede comprar en El país de nunca jamás (calle Mayor), y en Tribandrum (calle Martín Carrillo). El precio es 15 euros.

lunes, 27 de abril de 2009

Dentista


sábado, 21 de marzo de 2009

Philos Metal

Portada para la revista Philos Metal

Cosas nuevas



Sala de Arte TAM TAM





Nueva exposición en la Sala de Arte TAM TAM. Esta sala pertenece al museo La casa del Gaitero, en Aguarón, de mi amiguico Eugenio Arnau. Es un museo de instrumentos musicales. Algunos los hace Eugenio y otros los consigue de cualquier parte del mundo.



Allí estuvieron Alfonso y Piluca Casasnovas poniéndole música a los recortes, ¡qué más se puede pedir! Eugenio se encargó de las ricas viandas y del vino de Cariñena.



Un placer...










sábado, 7 de febrero de 2009

Videoclip

Videoclip de Raspadegato, nos lo hizo el año pasado Javier Vegas.

http://www.youtube.com/watch?v=jRXrbCK0mmo

sábado, 31 de enero de 2009

Zapatos

Vendió sus zapatos de princesa en el rastro de un bar
por cuatro besos y no se que más.
Había puesto carteles por toda la ciudad
“se venden zapatos sin usar”
y el único idiota que lo leyó los compró por navidad.

Mejor que no pierda ningún zapato cuando se acabe el hechizo
y salga corriendo del baile, por que al día siguiente,
ese que ella ve como un príncipe descubrirá,
que Cenicienta lava su ropa en el agua helada del río
y buscará otros pies sin callos y mas finos.

Estoy cansado de letras que hablan de zapatos,
castillos, princesas y príncipes pijos.
Esta es la última vez, y pido permiso
para olvidarme de los cuentos vividos
Así que lo siento por el público, pero se acabó la función
cierro el libro, termino el guión,
esto es todo, gracias, se acabó la función.

La semana que viene organizo un baile
para celebrar que me he comprado un cuaderno
sin rayas ni cuadros, sólo paginas en blanco.
Prohibido venir disfrazado, mejor venir descalzo
que la hierba estará fresquita y esa no se vende en el rastro
Haremos una hoguera, quemaremos ron, deseos, cuentos
y por supuesto… todos los zapatos.

domingo, 18 de enero de 2009