sábado, 5 de febrero de 2011

Sabores

A veces tengo días que saben a mandarinas, otros son días dulces, alguno me sabe a mar salada, otros saben a helado fresco, a pipas con sal, a huevos podridos, a pastel de rosas, una vez un día me supo mal, tan mal, que vomité, pero también tuve un día que me supo tan bien que repetí. Tengo días que saben a almuerzo en el patio del colegio, también tengo días que saben a mezclas como chorizo con Nocilla, muchos saben a tomate y queso. Hace poquito tuve un día con sabor a nieve, otro con sabor a castañas, a berberechos, a caracoles, a ensalada con aceite verde. Unos me saben a pegamento de los sobres de antes, a rancio, otros a anestesia de dentista, a churros con azúcar, a metal, a agua del grifo de Zaragoza. Tengo días que saben a pimienta, otros saben a placer, me acuerdo del primer día que me supo a otra boca y del último mucho más. Que buenos son los días con sabor a gazpacho y paella en el mar, los que saben a crema hidratante para la espalda y los que saben a vacaciones y viajes. Tengo días que me saben a cafe au lait, otros a tila, a té, algunos saben más a manzanilla y otros a poleo-menta. Hay días que saben a carne, y claro, otros saben a pescado. Me acuerdo de los que sabían a chicle Cheiw de fresa ácida. Alguno hay al año que sabe a cloro de piscina y cerveza en jarra helada. Pero hay días que no saben a nada, son días de sinsabores. No encuentro el sabor por ningún lado. Tal vez no encuentro el sabor porque esos días tampoco veo, nada huele a nada, acabo perdiendo todos los sentidos, también el sentido del equilibrio, el sentido común y además el del humor.

martes, 1 de febrero de 2011