lunes, 3 de marzo de 2008

Luna


Me gusta la luna. Siempre me ha parecido mágico el ciclo lunar. Una vez una amiga me dijo que no intentara entender a las mujeres, simplemente que aceptara que seguían el mismo ciclo de la luna y que por eso eran tan cambiantes e impredecibles. De pequeño me construía pelotas con el papel de aluminio que usaba mi madre para envolverme el bocadillo. Me gustaba mirar la luna llena y lanzarle mi pequeña pelota artesanal. Con cada lanzamiento pensaba que le hacía un cráter nuevo al impactar en ella. La pelota subía, rebotaba en la luna y volvía a caer. Si la luna tiene tantos cráteres es por mi pelota de papel de aluminio. Por aquella época ponían en la televisión la serie V, así que yo tenía mucho cuidado de no darle a Marte y que después vinieran esos lagartos que comían ratones a mi casa a quejarse de mi juego. Una vez la lancé y nunca regresó. Miré por si se había colgado en algún balcón o había caído detrás de algún muro, pero no estaba. Lo más probable es que no la lanzara con la fuerza suficiente como para que después de hacer un cráter volviera a caer. Así que allí debe de estar mi pelota, incrustada en la luna. Nunca quise contribuir a generar basura espacial pero parece ser que lo hice. Es posible que un día una mujer, tan hermosa como la luna llena, llame a la puerta de mi casa y me devuelva mi pelota de papel de aluminio. Porque como dice mi amiga, las mujeres son como la luna, cambiantes e impredecibles.

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