ME GUSTAN los agujeros negros. Existen dos tipos de recuerdos. Unos son de las cosas que he hecho en la vida, y otros de las cosas que nunca hice y me hubiera gustado hacer. Estos últimos son más difíciles de recordar porque yo no se donde se esconden. No se donde están los besos que no nos dimos, las palomitas que no nos comimos en los cines a los que no fuimos, ni los aviones en los que nunca volamos. No se donde está guardada la sombra de nuestros cuerpos una noche de luna que no miramos, ni los cafés que no nos tomamos. No se donde van las risas que nos perdimos, los regalos y las caricias que no nos hicimos, ni como se llaman los hijos que no tuvimos. No se donde están los postres que no nos comimos, ni a que sonaban los conciertos a los que no fuimos, las llamadas que no nos hicimos y las cartas que no echamos al buzón y que nunca tuvieron palabras. No se como son los países a los que nunca viajamos, ni cuanto nos calentaba la manta del sofá en el que nunca nos tumbamos. No recuerdo cuantas velas tenía la tarta que no nos comimos, ni la fecha en la que no celebramos nuestro encuentro. No se donde están las miradas a los ojos que no miramos y las veces que no nos echamos de menos ni de más. No se a donde van las carreteras por las que no pasamos, ni donde está la lluvia que no nos mojó mientras no paseábamos por París. No se donde están las estrellas que no vimos brillar tumbados en la hierba. No lo se, pero quiero creer que todos los recuerdos de las cosas que nunca hicimos han formado un gran agujero negro en el espacio. Allí está todo, y cuando lo descubran les diré que le pongan tu nombre y el mío. Aunque el tuyo tendrás que decírselo tú porque yo tampoco se donde está. Seguramente esta allí, en nuestro agujero negro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario