ME GUSTAN los pantalones que tienen botones y no cremallera. Cuando era niño pasábamos los veranos en la piscina. Mis padres eran socios de una y aunque yo soñaba con ir de vacaciones a la playa, al final no se estaba tan mal allí. Una tarde me ocurrió algo espantoso. Quítate el bañador que está mojado y ponte el pantalón, me dijo mi madre. Supongo que saldría de casa con el bañador puesto y no tendría calzoncillo para cambiarme. Con 7 años no necesitas un vestuario para quitarte el bañador, así que te quedabas desnudo en cualquier lugar. Da igual como te vistas o te peines, las madres siempre te dan su toque final. Ven que te subo la cremallera y te peino, me dijo mi madre después de darle el toque final a mis hermanos. Pero la cremallera se quedo a mitad, atascada con la piel de mi infantil pene. Mi madre intentaba solucionar aquello mientras yo chillaba. Lo peor vino a continuación. Enseguida aparecieron otras madres, les encanta ayudarse entre ellas y dar consejos sobre las cosas que nos pasan a los hijos. El Batallón de Madres en Ayuda debió de tardar más de una hora en dar su toque final con aquella cremallera. Cuando tenía 15 años, y ya había dado el estirón, heredé un pantalón vaquero con botones en la bragueta de mi primo Javier. Era un Levis 501 desgastado y viejo. A mi no me importó, al revés, fueron mis pantalones preferidos durante mi adolescencia. Cremalleras, Nunca más.
1 comentario:
¿Este no lo habías puesto ya?
Besos,
Mayte
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