A veces hay que hacer cosas para no perder por siempre un recuerdo, para mantenerlo vivo algún tiempo más aunque sea ya muy viejo. Cuando yo tenía 11 años, Mecano había publicado aquel disco con un reloj en la portada y cantaban aquello de "allí me colé y en tu fiesta me planté", y aunque yo no sabía que era una fiesta, sonaba muy bien eso de "coca-cola para todos y algo de comer, mucha niña mona pero ninguna sola". Además ese año se jugaban unos mundiales de fútbol en España y tuve naranjito para meses. Aquel año me hice amigo de un extraterrestre que se llamaba E.T., ese año quise que apareciera un E.T. en mi armario y me dijera eso de "mi caaaaassssssa". Ese año pase unas semanas veraniegas en Valmadrid, ya que unos amigos de mis padres tenían una casa que nos prestaron. Con otros niños íbamos en bici a la estación de tren abandonada. Por allí pasaron hace muchos años antes los trenes que iban de la cuenca minera a Zaragoza. En aquella estación había unos cuantos decorados de peli de vaqueros apoyados en el abandonado edificio principal. Recuerdo que al llegar allí, nos callábamos un poco asustados esperando escuchar sonidos de rifles, indios y caballos, hasta que salíamos pitando camino del pueblo con las bicis. Hoy he vuelto a Valmadrid para que no se pierda este recuerdo, aunque los decorados ya no estaban, han desaparecido para siempre. Al volver a casa he descubierto que en el año 1967 se grabó allí parte de una película de Western llamada "Los largos días de la venganza"... Dentro de otros 30 años espero acordarme de la tarde de hoy en la que me he sentido como el niño de 11 años que iba en bicicleta a buscar la emoción de unos decorados de una peli del oeste...
1 comentario:
Un recuerdo entrañable... el oeste es un cásico en el corazón de muchos, como yo.
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