martes, 22 de septiembre de 2009

Gritos

Esta noche pasada he tenido una pesadilla y me he despertado sudando y con el susto en el cuerpo. Entre otras cosas (no se porqué) me quedaba en la calle en bolas y sin llaves ni móvil ni nada. Tal vez sea por eso que hoy mis oídos han estado mucho más sensibles a los ruidos (gritos) de la calle. Nada más salir de casa me he encontrado con la versión maña de El hombre que susurraba al oído de los caballos, y que sería algo así como El hombre que gritaba a las palomas. ¿Cómo estáis hoyyyyyyy? tal vez os bajo luego de casa un poco de pan, les ha dicho a un grupo de palomas. Los señores que trabajan en las obras de la calle Mayor se comunicaban a gritos también. Es increíble como se entienden con los gritos y silbidos de su propio código. Apenas utilizan palabras y sin embargo son capaces de levantar una calle entera, renovar todas las tuberías y volver a taparlo todo... menos los gritos. Una abuela en el paseo de la Independencia le gritaba con una alegría desbordada a su pequeño nieto cuando lo ha visto en su carrito. Espero no olvidar cuando sea abuelico que los niños pequeños no son sordos. El vendedor de los ciegos de la plaza España tambien gritaba, y de verdad, ¿para que grita? si no hay quien entienda lo que dice. Y así, entre grito y grito he escuchado uno silenciado, uno de esos hacia adentro de un tipo que sin despegar los labios pedía un cigarro por compasión, y es que parece ser que el mono también te hace gritar... e incluso tener pesadillas por la noche.

domingo, 20 de septiembre de 2009

La calle del Desengaño


La miré durante mucho tiempo desde tan cerca que al separarme un poquito de ella no la reconocía. Sería por ella o por la visión que perdí, pero ya no sabía quien era esa mujer. Ella hacía como que también me miraba de cerca pero creo que movía un poco los ojos para mirar a los que pasaban por delante nuestro y no estropearse los ojos. El caso es que al final el desengaño me llevo a tener que utilizar gafas. No es por la edad como me dijo la jovencita que me hizo el estudio de mi visión, es por mirar muy de cerca a una mujer. Esta mañana paseaba en mi bici como cada día esperando encontrar algo, un detalle para escribir y me he encontrado por casualidad con la Calle del Desengaño. Dicho así parece sacado de una canción de Sabina, pero no, la calle existe y allí estaba yo, parado en mi bici y con cara de bobo. No es una calle bonita y además a estas alturas de mi vida no pienso mudarme una vez más. Hace un tiempo quizás hubiera llevado todas mis cosas a esa calle, pero ahora me gusta mucho más el sitio donde me encuentro. El cartel de la calle no se ve muy bien desde la acera, pero gracias a estas gafas que llevo por culpa de un desengaño he podido leer el nombre de la calle del Desengaño. Mañana espero encontrar la Avenida del Amor o el Callejón de la Risa... y tal vez no me importe hacer un nuevo traslado.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Volteretas

Miguel fue a mi clase durante toda la EGB. Era de los listos, pero terminó el colegio sin saber hacer la voltereta. Cada año era lo mismo, daba una vuelta sobre su hombro derecho porque no sabía hacerlo sobre la cabeza. Yo creo que los otros 43 deseábamos que Miguel diera una voltereta en aquel examen de octavo, pero nada, una vuelta sobre su hombro como siempre. Fue un clásico durante todo el colegio. Yo en cambio si que la daba. Con manos, sin manos, hacia adelante, hacia detrás... En la piscina también daba volteretas cuando me tiraba al agua. Y así seguí, dándole volteretas a todo. Yo no le doy vueltas al café, le doy volteretas, si salgo a dar una vuelta debería decir que me voy a dar una voltereta. No le doy vueltas a las cosas, eso es poco para mi, yo le doy volteretas a las cosas. No se que habrá sido de Miguel, ni como le habrá ido la vida. Tal vez la vida le haya dado muchas vueltas, al fin y al cabo se pasó muchos años dando vueltas sobre su hombro en una colchoneta. A mí la vida no me ha dado muchas vueltas, ojalá, la vida me ha dado muchas volteretas. Y es que Miguel, sin duda, era de los listos de la clase.