jueves, 29 de mayo de 2008

viernes, 23 de mayo de 2008

Houdini


Me gusta Houdini. Puse mis ojos en su boca, mi sonrisa en su espalda, mis manos en sus pechos, mis pies en los suyos, mi nariz en su ombligo, mi pelo en sus párpados, mi saliva en su cuello, mis lágrimas en su pijama, mis oídos en su corazón y mi corazón en sus manos. Sus manos eran delicadas con él. Lo acariciaban constantemente para que no se parara. Un corazón enamorado si deja de acariciarse se para. A veces lo masajeaba con fuerza, haciéndolo funcionar como el de un deportista de élite. Ahora ya no miro sus labios, no toco sus pechos, no se si sus pies están fríos, no reconozco su olor, no mojo su piel con mis besos, no se que dice su mudo corazón, me seco las lágrimas con papel de cocina, pero sin embargo sigo poniendo mi corazón en sus manos. Y duele. Porque aunque no lo maltrata, siento sus manos duras e inmóviles como las de un maniquí de una tienda de ropa barata. Manos frías con las uñas mal cortadas que dejan arañazos profundos. Cuando en un acto desesperado me arranque el corazón y quiera volver a ponerlo en sus manos, no me dejes hacerlo. Secuéstralo, mételo en una caja fuerte, comete la llave y pídele a Houdini que la haga desaparecer. Y sólo cuando mi corazón no necesite sus caricias, le pides de nuevo a Houdini que haga aparecer la caja fuerte y la abres, que yo mismo pagaré el rescate para que vuelva a sentir las caricias de otras manos.

domingo, 18 de mayo de 2008

Ballet




miércoles, 14 de mayo de 2008

Baldosas


Me gustan las baldosas. La primera vez que probé su droga fui yo quien se la pidió. Y ella me la dio encantada, con todo el bar por testigo. Podía haberlo dejado, pero seguí consumiendo. Me convertí en adicto a sus besos y sus caricias. Consumía su droga públicamente en la calle y a escondidas en un oscuro portal. Consumía porque aquello era muy rico. Su droga me hacía sentir bien, el rey de su mundo. Me ayudaba a dormir y me hacía soñar con pinturas de madera, que dibujaban el futuro con líneas de 12 colores. Cuando yo estuve muy lejos, atravesó 7000 kilómetros de nubes para traérmela. ¿Cómo no iba a engancharme? Después compartimos casi 300 metros de baldosas para consumir a todas horas. Pero un día se acabó. Ya no habría más besos, ya no pondría su mano en mi pelo, ni me dejaría olerla. Se terminó la droga. Pasé el mono, me dolieron los huesos, caminé por la cuerda floja que separa la locura de la cordura, sin red. Intenté conseguir su droga haciéndome daño, sangrando lágrimas que formaron mares donde lancé miles de botellas con mensajes escritos en servilletas usadas. Probé otras drogas y bebí metadona de cariño que me regalaron enfermeras con minifalda blanca. Pero seguían doliéndome los huesos. Me despertaba y me acostaba sintiéndome un yonki, deseando consumir tumbado sobre alguna de aquellas baldosas que se repartían escaleras arriba y escaleras debajo de un refugio que acabó convertido en un escenario de guerra, bombardeado por la indiferencia y la distancia. Vendí todas aquellas baldosas frías y rotas a buen precio, y me hice un hueco en otro lugar más pequeño. Llené el suelo de alfombras para olvidar, pero todavía hoy se me duermen los pies porque mi corazón necesita aquella droga para latir con fuerza y repartir la sangre hasta los dedos. Intento convencerme de que no la necesito y olvidar que estuve enganchado con cadenas a ella. Se que nunca más la probaré, pero si un día lo hago me descalzare, porque quiero escuchar como el corazón lanza sangre como fuegos artificiales y vuelvo a sentir una fría baldosa en mis pies.

martes, 13 de mayo de 2008

Algunos más...



Más recortes...


Recortes...

No son días de palabras... tal vez haya sido la anestesia que me ha dormido las letras. Son días de cartulinas y cuter... me quedé mudo...






Bruno el erizo


Bruno es un erizo
tiene el cuerpo lleno de pinchos
Nadie juega con Bruno,
es un erizo.

Si Bruno juega a la pelota
pincha una detrás de otra.
Si Bruno monta en bicicleta
al poco rato la rueda explota.
Y es que nadie juega con Bruno,
es un erizo.

Bruno está desesperado
a casa pronto hoy ha llegado.
Su padre piensa en la cocina
un traje yo le voy a hacer
con una lata de sardinas,
así Bruno podrá jugar
así Bruno nada va a pinchar.
Y es que nadie juega con Bruno,
es un erizo.

Con su traje de hojalata
hasta música puede hacer
con un palo lo golpea
lo descubrió sin querer.

Bruno es un erizo
tiene el cuerpo lleno de pinchos
Ya todos juegan con Bruno,
es un erizo.

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